Esta publicación, dedicada a la educación de los jóvenes de hoy y, más concretamente, a la cuestión de cómo podemos educarlos en la fe en la familia, ofrece dos escritos: el texto del Papa Francisco “Fortalecer la educación de los hijos”, que constituye el capítulo VII de la Exhortación Apostólica Amoris Laetitia (La alegría del amor, 19 de marzo de 2016), y el pre-texto de Luigi Giussani “La transmisión de la fe en la familia”, pronunciado por el autor en un encuentro en la parroquia de San Martín en Niguarda de Milán el 28 de febrero de 1991, pero que sigue siendo absolutamente actual también hoy.
En el primero de los dos textos —“La transmisión de la fe en la familia”— Luigi Giussani plantea las cuestiones (y reflexiona sobre ellas de una manera lúcida y fresca) de cómo los padres pueden introducir a los hijos en la realidad, cómo pueden ayudarles a descubrir el sentido de su vida, de sus alegrías y tristezas, de sus acciones y relaciones en la vida, cómo pueden ayudarles a crecer y a llegar a ser ellos mismos, cómo pueden enseñarles a vivir y a juzgarlo todo desde la fe, etc.:
“He querido hablar de lo que entiendo por educación y he querido apuntar a los aspectos fundamentales de la educación en la fe. El paso de la educación natural a la educación en la fe es el paso que va de dar la vida a despertar y aclarar el sentido de la vida […]. La familia educa en la fe mediante el cuidado de los sacramentos, participando en ellos los padres, sobre todo implicándose en primera persona en el Bautismo, en la Confesión, en la Comunión, para después implicar a los hijos en los propios gestos y, sobre todo, sembrando la convivencia familiar de juicios sobre la vida; juicios sobre los acontecimientos de la vida personal y social, sobre los sucesos cotidianos y sobre aquellos de los que habla la prensa. Sembrar el tiempo del día a día y de la convivencia con juicios que nacen de la fe” (p. 11).
En el segundo texto —“Fortalecer la educación de los hijos” (Amoris Laetitia, nn. 259-290)— el Papa Francisco subraya que la familia es la “primera escuela de los valores humanos, en la que se aprende el buen uso de la libertad”; plantea la importancia de “generar confianza en los hijos con el afecto y el testimonio, inspirar en ellos un amoroso respeto” y la necesidad de educar su voluntad y libertad, desarrollando sus “hábitos buenos e inclinaciones afectivas a favor del bien”, de pasar el tiempo juntos, de cuidar las fuentes de su diversión y entretenimiento, de darles una positiva y prudente educación sexual acorde a su edad, de integrar la disciplina como “límite constructivo del camino” y “un estímulo para ir siempre más allá”, y de transmitirles la fe:
“El hogar debe seguir siendo el lugar donde se enseñe a percibir las razones y la hermosura de la fe, a rezar y a servir al prójimo. […] La fe es un don de Dios, recibido en el bautismo, y no es el resultado de una acción humana, pero los padres son instrumentos de Dios para su maduración y desarrollo. […] La transmisión de la fe supone que los padres vivan la experiencia real de confiar en Dios, de buscarlo, de necesitarlo, porque sólo de este modo «una generación pondera tus obras a la otra, y le cuenta tus hazañas» (Sal 144, 4) y «el padre enseña a sus hijos tu fidelidad» (Is 38, 19). Esto requiere que imploremos la acción de Dios en los corazones, allí donde no podemos llegar” (pp. 22-23).
Nº páginas: 24 | Medidas: 155×215 | Lengua: castellano
Encuadernación: rústica | Peso: 60 gr | ISBN13: 978-84-945069-9-4
Año de publicación: 2016