Simone Weil

Perrin Birsfaelder, Joseph MarieThibon, Gustave

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Albert Camus llegó a afirmar que Simone Weil (1909-1943) era “el único gran espíritu de nuestro tiempo”. En esta mujer, a la vez “queridísima e irritante”, según Jiménez Lozano, se unen la filósofa de lógica rigurosa y casi geométrica (de hecho, su hermano André fue unos de los matemáticos franceses más importantes del siglo XX), la activista sindical, la combatiente anarquista (voluntaria en el frente de Aragón a las órdenes de Durruti) y la mística cristiana.

Otros personajes de los más distintos universos mentales han visto también en ella un rayo de luz de intensidad única. Cioran, por ejemplo, confesó que, “de la generación de Sartre-Bataille, Simone Weil es casi la única que me interesa”. Gide la considera como “la más espiritual de los escritores del siglo XX”. Y, de forma aún más significativa, el Papa Pablo VI citaba a Pascal, Bernanos y Simone Weil como los tres autores que más habían influido en su formación intelectual.

Aunque en vida de Simone, sus escritos no atrajeron excesiva atención, tras su muerte prematura y a partir de los años cincuenta, su pensamiento ha sido uno de los que ha concitado un mayor número de publicaciones y estudios en las universidades europeas y americanas. Una gran parte de la literatura sobre Simone Weil que hoy prolifera se centra demasiado en el contraste superficial entre la joven burguesa profesora de filosofía y la anarquista, la obrera, la jornalera y la miliciana de la guerra española. Simone Weil se ha convertido en una vedette del heroísmo y del sacrificio, con todo lo que ese nombre comporta de artificial y de corrompido. Alrededor de ella se teje una leyenda en la que la estampa coloreada usurpa considerablemente la realidad invisible.

Frente a las interpretaciones totalitarias y, por tanto, mutiladoras,  aportamos aquí en Simone weil. Tal como nosotros la conocimos, el testimonio de dos hombres, el dominico Joseph-Marie Perrin y el filósofo Gustave Thibon, que conocieron íntimamente a Simone Weil y que la amaron tal como era. “Nos negamos a cualquier idolatría (positiva o negativa) y a cualquier exclusividad sobre ella” (p. 28). Nos ayudan a leer a Simone “por encima de las pasiones y de las polémicas demasiado actuales, como leemos, por ejemplo, a Platón. “Si buscamos «herejías» en Platón, las encontraremos sin esfuerzo. Sin embargo, no es menos cierto que hay más savia religiosa y ciertamente más cristianismo auténtico en la obra de ese filósofo, que ha proporcionado a los Padres de la Iglesia los materiales conceptuales de su edificio teológico, que en alguna obra piadosa de segunda o de enésima mano cuya «estricta ortodoxia» no es más que eco y reiteración y no transmite más que la docilidad mecánica de un espíritu incapaz de elevarse hasta ese nivel de inquietud religiosa y de curiosidad intelectual en donde la herejía puede germinar… Desgraciadamente, hay una «ortodoxia» que se identifica con el conformismo, lo mismo que hay una «castidad» que procede de la impotencia” (p. 279).

 

Nº de páginas: 286 | Medidas: 155 x 215 cm | Lengua: castellano
Encuadernación: rústica | Peso: 460 gr | ISBN13: 978-84-942195-5-9
Título original: Simone Weil, telle que nous l´avons connue
Traducción: Arturo Álvarez
Publicaciones del Instituto de Filosofía “Edith Stein”
Año de publicación:
2015