Mujeres que han reflejado y marcado pautas de transformación cultural en la historia de América Latina

Carriquiry Lecour, Guzmán

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Esta publicación recoge un breve escrito de Guzmán Carriquiry Lecour, secretario de la vicepresidencia de la Comisión Pontificia para América Latina, en el que el autor habla de algunas de las mujeres que han reflejado y marcado tendencias culturales en la historia de los pueblos de América Latina.

El artículo comienza con dos figuras que estuvieron en los orígenes del Nuevo Mundo: Isabel la Católica, que alimentó las energías de la expansión de la cristiandad hispánica hacia la terra incógnita, y la india Malinche, bautizada Marina, compañera y guía de Hernán Cortés en la conquista del Imperio azteca. Menciona también a las cacicas Tomasa Titut Condemayta y Gregoria Sisa, mujeres que han sido líderes y combatientes de primera fila en las periódicas sublevaciones indígenas que se dieron en el curso de la historia latinoamericana. Y, por supuesto, destaca la visitación de Nuestra Señora de Guadalupe, la “bella señora” que se presentó a San Juan Diego, “el indio que escoge como su hijito y mensajero”, como “la perfecta siempre Virgen María […], madre del verdadero Dios por quien se vive”, que constituye, como explica el Papa Francisco, “un «acontecimiento fundante» en la historia de los pueblos latinoamericanos”. Habla también de Santa Rosa de Lima, Santa Marina de Quito y Santa Teresita de los Andes; de Sor Juana Inés de la Cruz y de Beata María Antonia de Paz y Figueroa, conocida como mamá Antula, y sus compañeras.

Entre las mujeres que vivieron y tomaron parte en la emancipación americana, que es otro de los “acontecimientos fundantes” en la historia de los pueblos hispanoamericanos, el autor destaca a Manuelita Sáenz; Juana Azurduy; María Magdalena “Macacha” Güemes; Josefa Camejo, o “Doña Ignacia”; Polonia Salvatierra y Ríos, también conocida como “Policarpa” o “La Pola”; o Leona Vicario, entre otras.

Entre las escritoras, educadoras y maestras de la segunda mitad del siglo XIX que “bien pueden ser consideradas como pioneras de movimientos feministas, y que, en sus obras, pusieron bajo crítica las situaciones de esclavitud, marginalidad y dependencia sufridas por las mujeres, reivindicando sus derechos, reclamando su acceso a la educación y a la vida pública de las naciones”, Guzmán Carriquiry menciona a las brasileñas Nísia Floresta Brasileira Augusta y Narcisa Amalia de Campos; las argentinas Juana Paola Manso (o la “Mujer poeta”), Juana Manuela Gorriti y Eulalia Ares de Vildoza; la peruana Mercedes Cabello de Carbonera; las chilenas Rosario Ortiz (o “Monche”); o Mercedes Marín del Solar. Y entre las primeras universitarias de finales del siglo XIX menciona a la médica uruguaya Paolina Luisi y a la primera arqueóloga mexicana Eulalia Guzmán, entre muchas otras.

En el tiempo de los movimientos sufragistas de comienzos-primera mitad del siglo XX, en los que las mujeres instruidas, en general de clases medias emergentes o acomodadas, reclamaban el derecho al voto femenino, el autor resalta a la uruguaya María Abella de Ramírez; la ecuatoriana Matilde Hidalgo de Porcel; las mexicanas Hermida Galindo y Elvia Carrillo Puerto; las brasileñas Bertha Lutz y Antonieta de Barros; y la argentina Eva Perón (Eva María Duarte).

En el ámbito de la cultura, Carriquiry llama la atención a las poetisas Alfonsina Storni, argentina, y Gabriela Mistral o Isabel Allende, chilenas; cantoras populares, como la chilena Violeta Parra y la argentina Mercedes Sosa; o la mexicana Frida Kahlo, pintora surrealista que “fue la primera mujer que expuso su pintura en el Museo del Louvre”.

Entre las mujeres que participaron en todos los ámbitos de la vida de las naciones o que ocuparon los más altos cargos políticos de gobierno de las últimas décadas del siglo XX, se menciona a Violeta Chamorro, presidenta nicaragüense; Mireya Moscoso, política panameña; Sila María Calderón, gobernadora puertorriqueña; Michelle Bachelet, presidenta chilena; Cristina Fernández de Kirchner, Gabriela Michetti y María Eugenia Vidal, presidenta, vicepresidenta y gobernadora argentinas, respectivamente; Dilma Roussef, presidenta brasileña; o Yamila Osorio Delgado, gobernadora peruana.

Por supuesto, el autor no ha podido pasar por alto a las “Madres de Mayo” y las “Abuelas de Mayo” que representan a todas las mujeres que han luchado contra las dictaduras militares, reclamando por sus hijos y nietos “desaparecidos”, “víctimas de una política brutal de represión como terrorismo de Estado”. Aquí aparecen, por ejemplo, los nombres de Estela Carlotto, la “indestructible líder de las valientes Abuelas de Mayo”; de las hermanas Mirabal, conocidas como “las Mariposas”; de Esther Ballestrino; o de las “Damas de Blanco”. Entre las mujeres preocupadas por la migración se encuentran la mexicana Marta Sánchez Soler, presidenta del Movimiento Migratorio Mesoamericano, que “cada año lidera la caravana de madres de migrantes desaparecidos en ruta hacia Estados Unidos, acompañando a mujeres de Guatemala, Nicaragua, Honduras y El Salvador, que recorren México con las fotografías de sus hijos a cuestas” y las “Patronas”, “mujeres sencillas de ambientes populares que salen al encuentro de las necesidades de los migrantes en las condiciones terribles del tren conocido como «La bestia»”.

Y, finalmente, siguiendo al Papa Francisco, Guzmán Carriquiry rinde homenaje a todas las mujeres anónimas que no aparecen en los libros ni en los periódicos, a esas “madres coraje” del pasado y del presente que, “por lo general solas y en condiciones muy difíciles de jefas del hogar, han cuidado a su prole, con la fuerza del amor, el gozo de la maternidad, una gratuidad que carga con muchos sacrificios y una esperanza a toda prueba” y les han transmitido la “pertenencia a una tradición, a una patria, a la Iglesia”. Como dice el autor, “sin ellas no se habría transmitido la fe y todo su ethos de humanidad; sin ellas se habría disgregado aún más el tejido familiar y social de nuestros pueblos, empobreciéndose radicalmente; sin ellas habría predominado incluso más la dialéctica de la enemistad y la violencia sobre la cultura del encuentro y la amistad social en la convivencia de nuestras naciones. En su reciente viaje apostólico, el papa Francisco exclamaba para el Perú algo que podemos y debemos alargar para toda América Latina: «¿Qué sería el Perú sin las madres y las abuelas? ¿Qué sería nuestra vida sin ellas […], fuerzas motrices de la vida?»” (p. 20).

 

Nº de páginas: 24 | Medidas: 155 x 215 cm | Lengua: castellano
Encuadernación: grapada | Peso: 45 gr | ISBN13: 978-84-120514-4-5
Publicaciones de la Cátedra de Historia de la Iglesia en América Latina, Abadía del Sacromonte
Año de la publicación:
2019